Infelizmente nacida, infelizmente casada con el fracaso… infelizmente
cargaba su vida inútil entre la soledad de aquí y la soledad de allá.
Todos los amores que pudo hallar en su andar, se le mostraron incompletos. Los buscaba por doquier, siempre esbozando aquella sonrisa ficticia y frágil de señorita vieja.
-¡Maldito espejo! ¿Por qué no guardas tu sinceridad para aquellos que no tienen motivo para el llanto?-
A menudo se vestía de primavera e iba a la estación, siempre con la esperanza de volver con un amor que mostrar para despertar envidias. A veces pescaba alguno y retornaba muy oronda con él del brazo; más siempre eran amores líquidos, de esos que se escurren entre las manos. Y retornaba el llanto, y volvía el sarcasmo del maldito espejo. Y nuevamente las idas a la estación, enfundada en la primavera de sus vestidos.
-¡Hey niño! ¡Hey anciano! ¡Hey perrito callejero! ¿Es que no me podrían vender un poquito de su sonrisa verdadera? ¡Tengo en mi bolso dinero suficiente! Sólo quiero sonreír de verdad…-
Esa mañana compró una manzana y un lindo ramo de flores, se inventó un nombre de galán y pidió que enviaran el conjunto a su domicilio
¡Que buena idea! Las flores serían el justo homenaje a su
coquetería y la manzana sería la promesa del desenfreno.
Pasó el día deambulando entre cigarrillo tras cigarrillo. Cuando llegó a casa, ya estaban allí el ramo de flores y la manzana. Fingiendo sorpresa y entusiasmo, leyó en voz alta el nombre del galán, dio un mordisco a la manzana y volteó su sonrisa hacia el espejo, esperando que este la envidiara… Pero el maldito espejo sonreía más sarcástico que de costumbre…